La Isla guarda un parecido con la bahía de Portmán, el mayor desastre ambiental que ha sufrido el litoral de la Región, ya que su degradación también se debe a unos vertidos mineros. Desde 1886 y hasta 1927 funcionó junto a esa playa la planta metalúrgica Santa Elisa, dedicada a la fundición de plomo a partir de la galena argentífera que se extraía de los cotos mineros de Mazarrón. Cada uno de sus cuatro hornos generaba al día 30 toneladas de escoria, que se arrojaban al mar. La acumulación de esos residuos (en forma de bolos de color negro en la zona conocida como el Gachero) acabó con el paso del tiempo por alterar la dinámica del litoral en este punto de la bahía de Mazarrón. El resultado ha sido que la zona oeste (casi dos tercios de la playa) se ha quedado sin arena, llegando el mar hasta el borde de la carretera y a la misma puerta de las viviendas. Paradójicamente, este cambio en las corrientes marinas hizo que afloraran los restos de dos barcos fenicios hundidos hace 2.600 años.
Andrés Martínez considera la regeneración del frente marítimo de La Isla como uno de los proyectos estrella de su departamento, y argumenta dos motivos. Uno es que se trata de una playa urbana en una zona de alta concentración turística. El otro, el tesoro arqueológico que se conserva bajo las aguas. «Es un proyecto muy importante. Resulta difícil de entender cómo no se abordó su ejecución en los momentos de euforia [económica]», reflexiona el jefe de la Demarcación. Nada más tomar posesión del cargo, hace ahora un año, entre los objetivos que se fijó estaba intentar sacar adelante esta actuación, que define de «interés general». Para el Ayuntamiento la recuperación de esta emblemática playa es «imprescindible e innegociable», según el alcalde Ginés Campillo.
Todavía es pronto para determinar dónde se va a meter la tijera para recortar siete millones de euros en el proyecto respecto a los planes iniciales. Pero sí está claro el primer paso que hay que dar. Martínez explica que se firmará un convenio con la Universidad de Murcia (UMU) con el fin de que sus expertos arrojen luz acerca de qué hacer con los vertidos de la antigua fundición y dónde depositarlos sin que la maniobra entrañe riesgos debido a la posible acumulación de metales.
Un informe de 1993
Una vez resuelta la incógnita, será el momento de ponerse manos a la obra. Pese a que se barajaron varias posibles causas que explicarían la degradación de La Isla (entre ellas, la construcción del puerto deportivo y los nuevos diques del muelle pesquero), Costas responsabiliza directamente a los vertidos de las escorias de la fundición. Además de la retirada de estos materiales de desecho, el proyecto se completaría con la construcción de un espigón de 73 metros de largo a dos metros de profundidad.
Un informe redactado en 1993 por el Centro de Estudios de Puertos y Costas ya advertía de la necesidad de retirar las piedras del Gachero para regenerar la playa de La Isla. Los técnicos aportaban tres recomendaciones. Para recuperar la playa que había en 1971, habría que recortar 90 metros de esa barrera artificial de vertidos. Con la eliminación de 130 metros de residuos se conseguiría la misma zona de baño que existía en 1956. Por último, la retirada de todos los depósitos minerales obligaría a construir unas obras adicionales de defensa costera para evitar que la arena entrara en el puerto deportivo, al otro lado de la ensenada.
Para llevar adelante las obras, la Demarcación de Costas cuenta con un archivo de imágenes, algunas tomadas por el aviador Ruiz de Alda, que muestran la transformación que ha sufrido la playa de La Isla en el último siglo. Los trabajos de regeneración también incluirían un estudio de los restos arqueológicos que se conservan hundidos.